jueves, 18 de septiembre de 2008

De pronto la lluvia cobró fuerza. El viento no era molesto. Pedrito no llevaba paraguas. No acostumbraba casi nunca. Recuerda que siempre que tuvo, los olvidó en parte alguna. Pasaba por la puerta de un colegio de Centro Habana. Una niña le sorprendió tirándole del pantalón.:
-Señor se está mojando.
-Me gusta mojarme. Tú nunca te has mojado?
-Sí, pero ahora estoy un poco tupida y tengo catarro. A usted le pasará lo mismo si sigue mojándose.
La niña le brindó el paraguas para que lo manejara Pedrito.
Pedrito lo cogió sorprendido ante tanta amabilidad e intentó en todo momento que la lluvia no hiciera blanco en la niña y flanqueó su cuerpo en función del viento. El se estaba mojando como antes, pero intentó que la niña no lo adviertiese.
-Cómo te llamas?, preguntó Pedrito.
-Marielis, me llamo Marielis.
-Bonito nombre. Vives cerca?
-Sí, gire a la izquierda en Belascoain. Vivo en la tercera cuadra a la izquierda.
-Iremos juntos hasta tu casa.
-Llévese el paraguas. Mañana me lo devuelve.
-No, no yo vivo en la esquina de Zanja con Belascoain. Pedrito mintió para no quedarse con el paraguas. Desconocía si Marielis debía salír en lo que quedaba de tarde. Y así evitaría las preguntas de la madre a Marielis.
-Y usted cómo se llama?
-Me llamo Pedrito.
-Pedrito es nombre de niño.
-Todo el mundo me llama así. Te gustan los cuentos?
-Sí, me gusta que mi madre me los lea. Y yo tam bién los leo. Me lee “meñique”, “la muñeca negra”, “Bebé y el señor don pomposo”, y algunos más.
- Y los Zapaticos de Rosa?
-Sí, tam bién.
-Hay un poema sobre una bailarina española..
Síiiii, “El alma trémula y sola”, mi mamá lo declama. Y yo aprendo baile español. Comienza así:

El alma trémula y solaPadece al anochecer:Hay baile; vamos a verLa bailarina española.
Han hecho bien en quitarEl banderón de la acera;Porque si está la bandera,No sé, yo no puedo entrar.
Ya llega la bailarina:Soberbia y pálida llega:¿Cómo dicen que es gallega?Pues dicen mal: es divina….
Pedrito escuchó asombrado. Sorprendido ante tanta dulzura y vigor en la declamación de esa niña que le había brindado el paraguas.
-Ya hemos llegado a mi casa Pedrito.
-Marielis, como te gustan los cuentos, toma, tengo un libro de cuentos clásicos. Espero que te gusten.
-Gracias, Pedrito!!!!!
-Gracias a ti, Marielis. Tienes un paraguas muy bonito.
-Me lo regaló mi tía. Pronto vendrá, vive en España. Ha tenido una bebita linda, linda.
-Enhorabuena, me alegro, Marielis. Ahora tú debes contarle los cuentos a tu primita.
-Estoy deseando.

miércoles, 9 de julio de 2008

La imagen


No es necesario que me cuentes nada. No es necesario que yo sepa nada. Nadie es santo en La Habana. Le decía Pedrito a su novia. Pedrito le acariciaba el rostro y le pasaba la mano desde la frente hacia atrás. Y la abrazaba. Deseo que sepas, contestaba ella. No, no, insistía Pedrito. Y la besaba. Convirtiendo su rostro en un mar de besos. Y la abrazaba.
No obstante, en algunas ocasiones, Pedrito había recibido imágenes del pasado de su novia. Pedrito sabía que esas imágenes no le pertenecían. Que las recibía de forma espontánea sin poder evitarlo. Y estaba seguro de que a ella le pasaba lo mismo. Como si fuesen almas gemelas. Eran almas gemelas. Pedrito seguía acariciando y besando a su novia. Con los ojos cerrados. Los dos volaban y viajaban por el mundo de los sentidos. Se besaban y tocaban. Excitados y sudorosos se amaban recorriéndose los cuerpos. Pedrito bebía de su novia. Y ella saciaba su sed. Se entregaban no siempre en silencio. Ni ellos recuerdan las palabras que dijeron.
Después la Paz. Se dieron la Paz. Y viajaron de nuevo abrazados.
Al despertar Pedrito y su novia volvieron a amarse.

martes, 8 de julio de 2008

La biblia


Pedrito tiene pensado viajar. Muy cerca. En la provincia de La Habana. Quiere ir Madruga, recorrer el río Majagua, visitar Aguacate. De esa forma respirará y se creerá un poco más libre. Le gustaría viajar un poco más. Conocer su país. Pedrito se siente cubano y ha leído su historia desde los taínos hasta la actualidad. Le gustaría que cambiasen algunas cosas de su país. Muchas. Otras, no. Y así siempre se lo dijo siempre a sus padres. A su abuelo también. Hablar con su abuelo tiene para Pedrito el mismo rango que hablar con Fidel antes o con Raúl ahora. Aunque Pedrito disiente de su abuelo y le ha dicho con firmeza y tenacidad, sin alzar la voz, que una persona no puede estar presa por pensar diferente. El abuelo calla cuando no sabe o no tiene argumentos. Pero el abuelo escucha y eso es mucho para Pedrito. Su abuelo es de Madruga. Y Pedrito conoce todos los rincones por su abuelo. Le gusta el campo, al igual que la playa. Existen parajes muy hermosos para pasar unos días con su novia. Pedrito irá antes para cuadrar. Visitará a su familia y escuchará de nuevo historias de cuando su abuelo era pequeño. El abuelo de su abuelo era gallego. (Casi todos los ascendientes de los cubanos eran gallegos o africanos. Casi todos pues existen algunos descendientes de franceses o ingleses.) Y probará de nuevo el tamal en cazuela hecho por su tía Ruska. Y queso con miel en la merienda.

El cura negro


Pedrito y su novia han ido a la playa. El padre de su novia tiene un side-car. Se llama Jesús. Y por la mañana fue a Guanabo para buscar una casa. No hay muchas, ha habido ciclón hace poco y las están adecuando un poco. Ha encontrado una pequeña. Una cama, una mecedora y una cocinita. Una cortina que se descorre y hay una taza y una ducha en poco más de un metro cuadrado. Les gusta. Está a tiro de playa. En la misma playa. La dueña es una mujer que parece salida del pasado. Rasgos indios y gitanos mezclados. Unas manos misteriosas. Antes de hablar, a Pedrito le parecía que esa mujer no podría hablar el mismo idioma, que utilizaría una lengua arcaica, vernácula de los taínos. Sin embargo habla cubano. Cubano. Pedrito se queda absorto, sin habla, como si de una aparición se tratase. La mujer dice que ella lo tiene todo oficial y que deben registrarse. Y que ellos son cubanos, Pedrito y su novia. Pedrito logra vencer su silencio, tartamudeando al principio, y le propone a la mujer redactar un documento en el que se hace responsable. Pero no puede ser, le espeta la mujer. No puede ser que usted me alquile por que soy cubano? M'ijo no me intentes convencer de lo que llevo viendo años. No puede ser. Hay alguna casas que alquilen por detrás? La iglesia está cerca de aquí? La iglesia? Sí está cerca. Ustedes son ccatólicos? Sí, lo somos. Nos gustaría mañana ir. Si nos quedamos en Guanabo, claro. Pero bueno, ustedes son mis sobrinos, entren entren a la casa. Pedrito y su novia se acomodaron y después fueron a bañarse al mar. Y allí se tocaron y se besaron. Se amaron como si fuese el último día de sus vidas. Pedrito hizo el almuerzo en la diminuta cocina que estaba en el mismo dormitorio. Y sorprendió de nuevo a su novia, quien no se cansaba de mirarlo y acariciarlo. Y le recitó un poema. Y le cantó una nana. Pedrito estaba seguro que donde había viajado mientras le acariciaba y besaba su novia, mientras le cantaba la nana no había estado antes. Pedrito estaba pleno. Lleno de amor. Se sentía inocente e inmaculado.

El pariente


Pedrito está feliz. Su novia llegó. Muy hermosa. Más que cuando se fue.Se aman. Es muy hermoso lo que siente Pedrito. Sigue conociendo cosas nuevas de su novia y le gustan. Le gusta conversar con ella. Desde el amanecer,-Pedrito ya vive con su novia-,mientras saborean el primer café y escuchan los pajaritos están conversando. Pedrito de espaldas a la ventana del salón. Su novia frente a él y a la ventana. Unidos por sus manos, ella le habla de su infancia. De sus padres y sus abuelos. De vez en cuando, le acaricia la cabeza, y Pedrito siente mariposas en la barriga y los pelos de todo el cuerpo se le ponen de punta. Una bisabuela, mulata, nació esclava en una hacienda entre Bayamo y las Tunas. Y dice que su espíritu no la abandona. Por eso es que se levanta muchas veces por las mañanas con sabor a tabaco. Le habló, en silencio casi, de Rosa la Gitana. Casi nadie sabe de ella. Es como un secreto. Y de su muñeca. Todo lo que le contó esa mañana tiene un halo de misterio y espiritualidad. Pedrito piensa que por la noche se tapará con las sábanas y se pegará a su novia.

miércoles, 25 de junio de 2008

La india


Pedrito está nervioso. Pronto virará su novia. Pedrito la ha extrañado. Incluso en sus paseos vespertinos no miraba a quien tenía delante, ni a quien venía de frente. No ha seguido a nadie desde que siguió a su novia. De alguna manera se siente como un cazador. Un cazador satisfecho. Y un cazador cazado. Cazado por la realidad de los sueños. Por la sonrisa de los ojos de su novia. Por sus párpados. Que importancia tienen esos párpados!!!!. Son el termómetro de su vida.

Pedrito paseaba pensando en las manos de su novia. Manos de curandera. Manos frías cuando sus párpados no están jovenes y se apagan. Manos calientes cuando los párpados son mestizos, indios, criollos.

Pedrito está nervioso. Está viendo una foto de su novia en el aeropuerto. Es la primera vez que ha ido a esperar a alguien,-algo tan común en Cuba-, la primera vez, y quisiera que fuese la última. Quisiera viajar con ella. Pero volver a Cuba. Siempre Cuba. Pedrito ha elegido ya. No quiere vivir lejos de su tierra. Quiere viajar, sí. Viajar para ver, conocer, vivir otras culturas. Ahora es imposible materialmente. Pero Pedrito ha elegido. Quizá la espera sea inproductiva y no viaje nunca. Pero no quiere destierro y añorar Cuba día tras día. No quiere progresar económicamente lejos de su familia con tristeza, desarraigado, sin raices en la tierra, vulnerable. Lo único que le haría soportar tanta desdicha, piensa Pedrito, es la compañía de su novia. Y crear una familia. Pero y Cuba. Sus noches. Su risa, su risa. Dios, no!!!!. No podría vivir sin su risa. Pedrito es de Cuba. Y vivirá en Cuba, es su elección. Con necesidad, como siempre. Pero sonriendo.

Pedrito está nervioso.

martes, 17 de junio de 2008

La barquita


Pedrito ya tiene una novia. Se ven casi todos los días. El la recogía cuando ella sale, cada dos días, del trabajo. Trabaja para el estado. Eso es casi general en Cuba. Pedrito es maestro. Como su padre. De los pocos que trabajan actualmente con vocación. Ahora Pedrito no puede recoger a su novia. Ella está en el extranjero haciendo un curso de perfeccionamiento. A Pedrito le gusta casi todo de su novia. Hasta lo que no le gusta, le gusta a Pedrito. Le gusta su nombre. Le gusta donde vive, en Centro Habana, donde la vida tiene un pulso y un ritmo diferente. Le gusta su familia. Pero sobre todo le gusta ella. Le gusta amarla. Y volver a amarla. Y cuando besa a su novia, siente gusto. Y se arrebata.
Acaba de hablar por telefóno con ella y le ha escrito un correo:
"tengo que decir que quede tan excitada de hablar contigo, que hice el amor contigo maravillosamente exquisito.Lo sentiste ¿Te gustó?Cuando terminé, mordia suavemente una frutabomba, imaginé que eran tus labios,los saboreaba con deseos de loba,si no viro pronto creo que me volveré loca,la verdad que estoy enamorada de cada pedacito tuyo.Te recuerdo que no somos perfectos,pero que magia me envuelve que me hace vivir entre el delirio y la locura.Recordé cada instante,en la azotea ,en la casa,y te dije:esta vez no te me escapas en el morro.No es sólo sexo,eso ya lo conocí y no me excitaba de esta manera.Se que hay una fuerza mayor que nos une."

Ahora la ausencia de su amada le produce ahogo ahí dentro. Y siente que el amor ahoga. En Cuba, que es el país que conoce Pedrito los hombres no suelen ser fieles antes las ausencias. Ni muchas veces ante las presencias. Las mujeres tampoco, imagina Pedrito. El quiere ser fiel. Y demostrarse que la ausencia también es amor. El sabe que cada persona tiene un pasado y que en La Habana nadie es un santo.

Pedrito suele pasear por el Malecón. Y a veces va a El Morro y siente que es un marinero en tierra estando viendo la mar. Pedrito lee a Rafael Alberti. El sabe que su hija Aitiana vive en La Habana.


VEN
Ven, mi amor, en la tarde de Anieney

siéntate conmigo a ver el viento.

Aunque no estés, mi solo pensamiento

es ver contigo el viento que va y viene.


Tú no te vas, porque mi amor te tiene.

Yo no me iré, pues junto a ti me siento

más vida de mi sangre, más tu aliento,

más luz del corazón que me sostiene.


Tú no te irás, mi amor, aunque lo quieras.

Tú no te irás, mi amor, y si te fueras,

aún yéndote, mi amor, jamás te irías.


Es tuya mi canción, en ella estoy.

Y en ese viento que va y viene voy,

y en ese viento siempre me verías.


Es sólo una semana de ausencia. De ausencia y de amor hacia adentro. Todo lo que siente Pedrito está sembrándose para que la mujer a la que ama lo recoja.

miércoles, 11 de junio de 2008

La azotea




El padre de Pedrito tiene un amigo que era en Cuba maestro. Se llama Julio, como el militar. Julio se fue hace tres años de Cuba. Está en España. Se fue solo. Estaba divorciado, sin hijos. Tenía una amiga estaba casada con un español. El español le puso un contrato de trabajo en España a cambio de 2.000 dolares . Julio estuvo ganando al principio para el gallego. El padre de Pedrito y Julio nunca perdieron la correspondencia y sabían uno del otro. Julio había venido a Cuba por unos días. Estaba en La Habana y había invitado al padre de Pedrito a tomar en el hotel donde se alojaba. En La Habana Vieja. En Plaza de Armas. Pedrito no había entrado nunca en el hotel Santa Isabel. Fue con su padre, que preguntó a la muchacha de carpetería, Beatriz, por Julio. Al poco tiempo, menos de un minuto, vieron acercarse a Julio, que fue interceptado por el custodio. Julio le dio un billete. El padre de Pedrito resopló antes de abrazar a Julio. Pedrito era un hombre ya y estrechó la mano de Julio que les invitó entrar al bar. Había una muchacha cantando boleros. Cantaba muy bien. Y era muy guapa. Trigueña. Ojos oscuros. Muy bella. Julio pidió cerveza, al igual que su padre y Pedrito. El padre de Pedrito le deijo a Julio que estaba indignado. Que por qué había pagado al custodio, que ellos podían entrar al hotel. No te dejes meter el pie!!! Julio, coño, compadre!!!! La muchacha que cantaba los boleros se acercó a la mesa, a Pedrito y le dijo: Quiere usted alguna canción en especial. "Esta tarde vi llover", respondió Pedrito.

miércoles, 4 de junio de 2008

Agricultura ´barroca


F.- Quieres casarte conmigo?


S.- No lo sé. Quizás...


F.- No lo sabes?


S.- No. No lo sé.


F.- Por qué?


S.- Si me caso contigo. Puede que haya días que no quiera verte y no estar contigo. Aunque te quiera y ame. Y casarme significaría obligación. Y no entiendo de obligación, sí de voluntad.


F.- No has pensado que podemos tener hijos?


S.- Sí. Lo he pensado.


F.- Y no te gusta la idea?


S.- No lo sé.


F.- No sabes nada?


S.- Sí, sé que los niños, incluso tú, os convertireis en espías involuntarios, en testigos de mi vida, de mis horarios, de mis olores, de mis costumbres. Y desconozco si tengo voluntad de aceptarlo.


F.- Tú no espías, no eres testigo de nadie? S.- Sí, supongo que sí. Todas las mañanas observo a una mujer con un perrito pasear en el parque de enfrente y a un señor desayunar en el banco que está cerca del quisco de prensa de la esquina.


F.- Y no me espías a mí?


S.- A ti te amo._________________

martes, 27 de mayo de 2008


Pedrito ha logrado convencer a su abuela.

Le ha costado. Le ha convencido de que el viernes hará el la comida. Con su ayuda. Pedrito tiene dos hermanas y un hermano. Ninguno ha intentado convencer a su abuela. En la casa de Pedrito todos ayudan, hasta el padre y sus hermanos: En las tareas del hogar. El abuelo muy poco. Casi nada. Nada.

Menos en la cocina, feudo inexpugnable de su abuela. No es tan común en Cuba el reparto de tareas. Pero es lo justo. Pedrito no es más que las hermanas por ser varón. Nunca ha sido así.

El viernes Pedrito quiere cocinar picadillo a la habanera, yuca con moho y ensalada. irá con la abuela a buscar lo necesario al agro. Y si no lo hubiese, preguntara a Marcela, la vecina de la cuadra más arriba para si sabe si ha entrado algo. El sabe que la abuela no se fía aun de su capacidad. Y será un reto para él. Pero no piensa, en ningún momento, ocupar el puesto de su abuela. El es feliz viendo a su abuela y escuchándola. Su abuela es feliz en la cocina.

Al abuelo lo ha acompañado desde siempre a los ministerios cuando ha tenido que resolver papeles de los vecinos. El abuelo tiene mucho conocimiento y ahorra trámites y dinero a sus vecinos. El abuelo cree, y está seguro, que el hombre no pinta nada en la cocina, ni debe hacerlo en la casa. Pero Pedrito le dice que está equivocado. Que por la misma forma de pensar las mujeres no deberían ir al ejercito ni trabajar fuera de sus casas. Y eso no es así. Entonces el abuelo calla, recordando a Celia y a Vilma. Y ese silencio es el reconocimiento para Pedrito de que lleva razón.

jueves, 22 de mayo de 2008

Antes de la manzana


Le gusta pasear. A Pedrito le gusta pasear. A cualquier hora. A veces, sólo a veces, cuando no puede dormir, antes del amanecer, se levanta, se asea un poco y sale a pasear. Cuando se acuerda, es decir casi nunca, lleva consigo una pluma y un papel. Siempre que no la lleva, la extraña y le entran ganas de escribir lo que piensa. Que para Pedrito es importante. Al menos en ese momento. Y pasear le abre el apetito mental. Cuando lleva la pluma, nunca escribe lo que piensa, pero se siente seguro. Durante un tiempo que salió a pasear temprano le dio por contar las casas que tenían la luz prendida. El sabía que no siempre que la luz esté encendida, la vida ha despertado en esa casa. Y tam bién sabe que muchas personas casi todo lo hacen a oscuras y no prenden la luz. Pero aún así, contaba.

Cuando pasea por las mañanas o por las tardes, sin rumbo, a Pedrito le gusta que haya mucha gente en la calle. Le gusta mirar. Sobre todo a las muchachas. Le alegra verlas venir. Y también pasear tras ellas. En alguna ocasión su rumbo lo ha marcado alguna muchacha que paseaba delante de él.

Pedrito cree que todos debemos observar un poco más y escuchar un poco más. Escuchar las imagenes.

Pedrito se siente feliz en su casa, pero paseando, rodeado de tanta gente, es como si aumentara su familia. Familia a la que no habla. Familia visual. Es una especie de contrato silente que Pedrito tiene. Por eso le gusta también La Habana.

martes, 20 de mayo de 2008

La rosa


Somos tan sensibles los dos. Por ser espirituales. Tam bién románticos. Posiblemente, en algunos casos, ser románticos, sea una desventaja. Por ser como casi gotas de agua, por ser parte del mismo alma. Por sentir tanto de lo mismo, necesitamos sentirnos libres y sentirnos en Paz espiritualmente.Libres para poder decidir si queremos compartir, sin ataduras, sólo las ataduras volátiles del Amor. Reconozco que deseo atarte a mí. .
El amor es duro, es entrega. Lo maravilloso es que también recompense, que llene. Tenemos encantos los dos. Lo sabemos. Y somos imperfectos. Pero también son hermosas, a veces, las imperfecciones.Que nuestras miradas vuelvan a buscarse eternamente.

No es necesrio que casi hablemos para sabernos. Para sabernos y hacernos felices. Para amarnos.Nos gusta tanto la libertad. No nos gustan las cárceles. Y tenemos una obligación , por nuestra condición: VIVIR EN LIBERTAD. EN LIBERTAD ESPIRITUAL.Solo el amor es duro.Pero sabemos el poder de los sueños, de los abrazos, de las caricias,de las manos y de las palabras, porque la vida entra en las palabras como el mar en un barco. Y así mismo el amor invade las palabras. El poder del mar y del cielo, del abanico del colores que produce el sol, al amanecer y al atardecer. Del poder de la sed y del hambre que provocan los cuerpos.Tengo sed y hambre de tí. Deseo viajar con las sonrisas y los besos.
Y quiero velar tus sueños.

viernes, 16 de mayo de 2008

El aguacero


Pedrito vive frente al malecón. Desde su balcón enfrenta al mar. Cuando llueve, Pedrito baja a la calle. Así se siente libre. Si hace viento mejor. Hubo un tiempo que cuando llovía mucho, mucho, y el viento rugía, Pedrito se montaba en una guagua como si no supiera, ni quisiera saber hacia donde iba. Pedrito se concentraba y se sentía fuerte y mágico. Pensaba y creía que lo que él pensaba era exclusivo. Un día de esos, Pedrito vio a una niña casi de su edad bailar bajo el aguacero. Sola. Transmitía tanta felicidad y armonía.. Pedrito bajó de la guagua. Y se quedó parado, a unos metros de ella, observándola absorto, atónito, pasmado. Admirado y totalmente contemplativo, como quien ve una obra de arte. Para Pedrito era eso. Una fascinante obra de arte. La niña tenía rasgos indios, trigeña. Vestía totalmente de blanco. Se acercó a Pedrito y le cogió de las manos y haló de él. Dando vueltas, haciendo un corro entre los dos. Pedrito sentía la energía. Ninguno de los dos hablaban. Sólo daban vueltas sobre si mismos, unidos por las manos.

Cada vez que llueve , Pedrito se acuerda de esa niña. No la ha vuelto a ver.

jueves, 15 de mayo de 2008

El Molinillo


En la casa de Pedrito había tres reliquias que el ansiaba poseer algun día: Una caja de botones de todos los colores, una caja de fotografías y un molinillo de café. Pedrito creía que los objetos estaban poseídos por los espiritus que los usaron. Así lo entendía después de todos los cuentos que su abuela le había transmitido, la mayoria a escondidas de sus padres. y tam bién así se cumplía la tradición familiar. Pedrito cada cierto tiempo, con mucho sigilo, cogía, como si de un ritual se tratase, la caja de botones y los derramaba sobre la mesa de su habitación. Sabía cuales pertenecían a sus bisabuelos, y a los antepasados de estos. Había dos que pertenecieron a n combatiente mambí. Uno de ellos desgastado y con una mella. Recordaba las historias que su abuela le había contado de casi todos aquellos botones. Pedrito hablaba a los botones. Y sentía la presencia de quienes los poseyeron. Con las fotografías era algo parecido. La caja contenía fotografías de la familia, excepto una cuantas, de amigos de la familia. Había una fotofrafía de una niña cubana, la hija de un amigo de su abuelo. Pero no parecía cubana. Pedrito se preguntaba su origen. No había fotografías de sus padres, a los que no conocía, ni de sus abuelos. Sólo esa. la niña ya sería una mujer. Una vez preguntó por ella y su abuela le dijo que ya no vivía en Cuba. Lo dijo en tono muy bajo, como si ausentarse de su país hubiese molestado a sus allegados. La abuela, con sus gestos, y medios silencios, era una confidente para Pedrito. Su cómplice. El molinillo de café no lo cogía. Lo respetaba demasiado.

La solapa


Pedrito es un niño. Un niño cubano. El se cree feliz. Y seguramente lo será. c Casi todos los niños sonríen. Pedrito también.La familia ha sido, y es, fundamental en la vida de Pedrito. Su padre desde los seis años le pregunta sin avisar cualquier operación de cálculo mental, por ejemplo 6x4-10+7, y raudo y veloz Pedrito contesta 21. El padre es maestro. Es de los pocos que su vocación es mayor que su desesperanza y desulisión. Daba clases de apoyo gratuitas a los niños de la cuadra, ahora las sigue dando, pero a los del reparto. El no quire cobrar por las clases, pero los padres de los alumnos son generosos, y cuando no es algo de res, es un poco de queso lo que le llevan. No todos, los menos, porque existe necesidad en muchas familias.Pedrito aprendió de su abuelo desde temprana edad quien era José Martí y algunos poemas y cuentos suyos. También sabe quien era Carlos Manuel Céspedes, Antonio Maceo y Grajales y Máximo Gómez. Y también, por supuesto, Juan Antonio Mella. El abuelo de Pedrito es amigo de Machado Vantura y de Raúl. De hecho Pedrito, que ahora va a cumplir once años, recuerda, que una vez Raúl vino a la casa. Fidel nunca vino. Pedrito ha escuchado en su casa que Raúl es más familiar que Fidel. La madre de Pedrito tam bién trabaja. Es doctora en un policlínico. Siempre han vivido en la misma casa. La abuela siempre en la cocina. De ella conoce los olores de los frijoles criollos, el ajiaco, el higado con mucho aji, tamal en cazuela... y a la abuela le debe las historias antiguas de la familia, casi todas de la época colonial. Y los cuentos fantásticos afrocubanos. Pedrito escucha en la mesa que muchos amigos de su papá se han ido de Cuba, otros están en misiones en el extranjero. Pedrito, incluso, tiene un amigo, Julito, en España, que se fue con su madre y su hermana Tamarita a España cuando su mamá se casó con Miguel el gallego. Miguel tiene una niñita, Marina, que una vez estuvo en Cuba, y parecia cubana. Pedrito es feliz en Cuba. Es un niño que sonríe. El desconoce casi todo lo que pasa en el exterior de Cuba. De ello casi no se habla en su casa. No sabe que los niños de su edad no pueden jugar en la calle como él. No sabe que muchos niños se aburren y lo tienen casi todo. No sabe, pero sonríe. Pedrito ha visto a Fidel en la televisión hace unos meses. En una entrevista con un tipo que sale en la mesa redonda. Y vió como Fidel no podía recordar como se llama la prolongación lateral de la cubierta o camisa de un libro, que se dobla hacia adentro y en la que se imprimen algunas advertencias o anuncios. Y el periodista actuaba como si tampoco lo supiera. "Solapa, Fidel, solapa. Se llama solapa", pensaba con fuerza Pedrito. Ese mismo día Pedrito le dijo a su abuelo: "abuelo, abuelo, he visto a Fidel. Creo que está enfermo. No se acuerda de las palabras. Hasta yo sé lo que es una solapa de un libro". El abuelo no dijo nada. Pasó la mano por la cabeza de Pedrito dos o tres veces. Y lo besó. Llamó por teléfono y salió de la casa. Desde entonces, Pedrito no ha visto más a Fidel en televisión. Ni Raúl ha vuelto por su casa.

lunes, 14 de abril de 2008

Dos palabras




Gustar.




Me gustas. Sí, me gustas. Lo sé.


He lamido tu cuerpo, lo he saboreado. He comido en tu mano. He olido tu silencio.


Me gusta escuchar tu voz, que improvises tus discursos, que me hables con las manos, me gusta que me mires.




Me gusta sabernos diminutos y libres en el infinito mar de los deseos , en el cielo de de la pasión.




CERCA Y LEJOS


Más allá del pecado,


indecible, te adoro,


y al buscar mis palabras


sólo encuentro unos besos.



En el pecho, en la nuca,


te quiero


.En el cáliz secreto,


te quiero.



donde tu vientre es combo,


fugitiva tu espalda


,oloroso tu cuerpo,


te quiero.




Gabriel Celaya


lunes, 31 de marzo de 2008

Pre-sentimiento


EL ENCUENTRO


Mientras ellos hablaban todo el tiempo de la nueva moral

ella me exploraba con sus ojos.

y cuando me levanté para marcharme

sus dedos fueron como el tejido

de una servilleta japonesa de papel


Ezra Pound
Fue la primera vez que la ví. Estabamos sentado enfrente uno de otro. En un restaurante. Siete personas más. En un determinado instante ellá fijó sus ojos. En los míos. Y yo, desafiando a los presentes, no pude evitar fijarme en sus ojos. Verdes. No sé cuanto tiempo pasó. Demasiado poco.
Es innegable el poder de las miradas.

domingo, 30 de marzo de 2008

Incertidumbre


Desconozco tantas cosas.
una de ellas es por qué estoy escribiendo en este blog, que se supone que debo crear.

Prefiero no hacer publicidad y escribir para mí. No sé si esto es posible. No sé si alguien vendrá y leerá. Todo esto está lleno de ventanas que se abren sin pedir permiso. Y no es falta de educación. Pero me gusta. La educación está en el trato. ¿Todos los que tiene blogs, escriben-¿debo expresar escribimos?-para ser leídos? No siempre leer es aprender.


Me gustaría una ventana al malecón.