jueves, 22 de mayo de 2008

Antes de la manzana


Le gusta pasear. A Pedrito le gusta pasear. A cualquier hora. A veces, sólo a veces, cuando no puede dormir, antes del amanecer, se levanta, se asea un poco y sale a pasear. Cuando se acuerda, es decir casi nunca, lleva consigo una pluma y un papel. Siempre que no la lleva, la extraña y le entran ganas de escribir lo que piensa. Que para Pedrito es importante. Al menos en ese momento. Y pasear le abre el apetito mental. Cuando lleva la pluma, nunca escribe lo que piensa, pero se siente seguro. Durante un tiempo que salió a pasear temprano le dio por contar las casas que tenían la luz prendida. El sabía que no siempre que la luz esté encendida, la vida ha despertado en esa casa. Y tam bién sabe que muchas personas casi todo lo hacen a oscuras y no prenden la luz. Pero aún así, contaba.

Cuando pasea por las mañanas o por las tardes, sin rumbo, a Pedrito le gusta que haya mucha gente en la calle. Le gusta mirar. Sobre todo a las muchachas. Le alegra verlas venir. Y también pasear tras ellas. En alguna ocasión su rumbo lo ha marcado alguna muchacha que paseaba delante de él.

Pedrito cree que todos debemos observar un poco más y escuchar un poco más. Escuchar las imagenes.

Pedrito se siente feliz en su casa, pero paseando, rodeado de tanta gente, es como si aumentara su familia. Familia a la que no habla. Familia visual. Es una especie de contrato silente que Pedrito tiene. Por eso le gusta también La Habana.

2 comentarios:

Lena dijo...

Deberian haber mas Pedritos por ahi...

Ziryab dijo...

lena

Pedrito dice que le alegra lo que dices-