miércoles, 9 de julio de 2008

La imagen


No es necesario que me cuentes nada. No es necesario que yo sepa nada. Nadie es santo en La Habana. Le decía Pedrito a su novia. Pedrito le acariciaba el rostro y le pasaba la mano desde la frente hacia atrás. Y la abrazaba. Deseo que sepas, contestaba ella. No, no, insistía Pedrito. Y la besaba. Convirtiendo su rostro en un mar de besos. Y la abrazaba.
No obstante, en algunas ocasiones, Pedrito había recibido imágenes del pasado de su novia. Pedrito sabía que esas imágenes no le pertenecían. Que las recibía de forma espontánea sin poder evitarlo. Y estaba seguro de que a ella le pasaba lo mismo. Como si fuesen almas gemelas. Eran almas gemelas. Pedrito seguía acariciando y besando a su novia. Con los ojos cerrados. Los dos volaban y viajaban por el mundo de los sentidos. Se besaban y tocaban. Excitados y sudorosos se amaban recorriéndose los cuerpos. Pedrito bebía de su novia. Y ella saciaba su sed. Se entregaban no siempre en silencio. Ni ellos recuerdan las palabras que dijeron.
Después la Paz. Se dieron la Paz. Y viajaron de nuevo abrazados.
Al despertar Pedrito y su novia volvieron a amarse.

martes, 8 de julio de 2008

La biblia


Pedrito tiene pensado viajar. Muy cerca. En la provincia de La Habana. Quiere ir Madruga, recorrer el río Majagua, visitar Aguacate. De esa forma respirará y se creerá un poco más libre. Le gustaría viajar un poco más. Conocer su país. Pedrito se siente cubano y ha leído su historia desde los taínos hasta la actualidad. Le gustaría que cambiasen algunas cosas de su país. Muchas. Otras, no. Y así siempre se lo dijo siempre a sus padres. A su abuelo también. Hablar con su abuelo tiene para Pedrito el mismo rango que hablar con Fidel antes o con Raúl ahora. Aunque Pedrito disiente de su abuelo y le ha dicho con firmeza y tenacidad, sin alzar la voz, que una persona no puede estar presa por pensar diferente. El abuelo calla cuando no sabe o no tiene argumentos. Pero el abuelo escucha y eso es mucho para Pedrito. Su abuelo es de Madruga. Y Pedrito conoce todos los rincones por su abuelo. Le gusta el campo, al igual que la playa. Existen parajes muy hermosos para pasar unos días con su novia. Pedrito irá antes para cuadrar. Visitará a su familia y escuchará de nuevo historias de cuando su abuelo era pequeño. El abuelo de su abuelo era gallego. (Casi todos los ascendientes de los cubanos eran gallegos o africanos. Casi todos pues existen algunos descendientes de franceses o ingleses.) Y probará de nuevo el tamal en cazuela hecho por su tía Ruska. Y queso con miel en la merienda.

El cura negro


Pedrito y su novia han ido a la playa. El padre de su novia tiene un side-car. Se llama Jesús. Y por la mañana fue a Guanabo para buscar una casa. No hay muchas, ha habido ciclón hace poco y las están adecuando un poco. Ha encontrado una pequeña. Una cama, una mecedora y una cocinita. Una cortina que se descorre y hay una taza y una ducha en poco más de un metro cuadrado. Les gusta. Está a tiro de playa. En la misma playa. La dueña es una mujer que parece salida del pasado. Rasgos indios y gitanos mezclados. Unas manos misteriosas. Antes de hablar, a Pedrito le parecía que esa mujer no podría hablar el mismo idioma, que utilizaría una lengua arcaica, vernácula de los taínos. Sin embargo habla cubano. Cubano. Pedrito se queda absorto, sin habla, como si de una aparición se tratase. La mujer dice que ella lo tiene todo oficial y que deben registrarse. Y que ellos son cubanos, Pedrito y su novia. Pedrito logra vencer su silencio, tartamudeando al principio, y le propone a la mujer redactar un documento en el que se hace responsable. Pero no puede ser, le espeta la mujer. No puede ser que usted me alquile por que soy cubano? M'ijo no me intentes convencer de lo que llevo viendo años. No puede ser. Hay alguna casas que alquilen por detrás? La iglesia está cerca de aquí? La iglesia? Sí está cerca. Ustedes son ccatólicos? Sí, lo somos. Nos gustaría mañana ir. Si nos quedamos en Guanabo, claro. Pero bueno, ustedes son mis sobrinos, entren entren a la casa. Pedrito y su novia se acomodaron y después fueron a bañarse al mar. Y allí se tocaron y se besaron. Se amaron como si fuese el último día de sus vidas. Pedrito hizo el almuerzo en la diminuta cocina que estaba en el mismo dormitorio. Y sorprendió de nuevo a su novia, quien no se cansaba de mirarlo y acariciarlo. Y le recitó un poema. Y le cantó una nana. Pedrito estaba seguro que donde había viajado mientras le acariciaba y besaba su novia, mientras le cantaba la nana no había estado antes. Pedrito estaba pleno. Lleno de amor. Se sentía inocente e inmaculado.

El pariente


Pedrito está feliz. Su novia llegó. Muy hermosa. Más que cuando se fue.Se aman. Es muy hermoso lo que siente Pedrito. Sigue conociendo cosas nuevas de su novia y le gustan. Le gusta conversar con ella. Desde el amanecer,-Pedrito ya vive con su novia-,mientras saborean el primer café y escuchan los pajaritos están conversando. Pedrito de espaldas a la ventana del salón. Su novia frente a él y a la ventana. Unidos por sus manos, ella le habla de su infancia. De sus padres y sus abuelos. De vez en cuando, le acaricia la cabeza, y Pedrito siente mariposas en la barriga y los pelos de todo el cuerpo se le ponen de punta. Una bisabuela, mulata, nació esclava en una hacienda entre Bayamo y las Tunas. Y dice que su espíritu no la abandona. Por eso es que se levanta muchas veces por las mañanas con sabor a tabaco. Le habló, en silencio casi, de Rosa la Gitana. Casi nadie sabe de ella. Es como un secreto. Y de su muñeca. Todo lo que le contó esa mañana tiene un halo de misterio y espiritualidad. Pedrito piensa que por la noche se tapará con las sábanas y se pegará a su novia.