jueves, 15 de mayo de 2008

La solapa


Pedrito es un niño. Un niño cubano. El se cree feliz. Y seguramente lo será. c Casi todos los niños sonríen. Pedrito también.La familia ha sido, y es, fundamental en la vida de Pedrito. Su padre desde los seis años le pregunta sin avisar cualquier operación de cálculo mental, por ejemplo 6x4-10+7, y raudo y veloz Pedrito contesta 21. El padre es maestro. Es de los pocos que su vocación es mayor que su desesperanza y desulisión. Daba clases de apoyo gratuitas a los niños de la cuadra, ahora las sigue dando, pero a los del reparto. El no quire cobrar por las clases, pero los padres de los alumnos son generosos, y cuando no es algo de res, es un poco de queso lo que le llevan. No todos, los menos, porque existe necesidad en muchas familias.Pedrito aprendió de su abuelo desde temprana edad quien era José Martí y algunos poemas y cuentos suyos. También sabe quien era Carlos Manuel Céspedes, Antonio Maceo y Grajales y Máximo Gómez. Y también, por supuesto, Juan Antonio Mella. El abuelo de Pedrito es amigo de Machado Vantura y de Raúl. De hecho Pedrito, que ahora va a cumplir once años, recuerda, que una vez Raúl vino a la casa. Fidel nunca vino. Pedrito ha escuchado en su casa que Raúl es más familiar que Fidel. La madre de Pedrito tam bién trabaja. Es doctora en un policlínico. Siempre han vivido en la misma casa. La abuela siempre en la cocina. De ella conoce los olores de los frijoles criollos, el ajiaco, el higado con mucho aji, tamal en cazuela... y a la abuela le debe las historias antiguas de la familia, casi todas de la época colonial. Y los cuentos fantásticos afrocubanos. Pedrito escucha en la mesa que muchos amigos de su papá se han ido de Cuba, otros están en misiones en el extranjero. Pedrito, incluso, tiene un amigo, Julito, en España, que se fue con su madre y su hermana Tamarita a España cuando su mamá se casó con Miguel el gallego. Miguel tiene una niñita, Marina, que una vez estuvo en Cuba, y parecia cubana. Pedrito es feliz en Cuba. Es un niño que sonríe. El desconoce casi todo lo que pasa en el exterior de Cuba. De ello casi no se habla en su casa. No sabe que los niños de su edad no pueden jugar en la calle como él. No sabe que muchos niños se aburren y lo tienen casi todo. No sabe, pero sonríe. Pedrito ha visto a Fidel en la televisión hace unos meses. En una entrevista con un tipo que sale en la mesa redonda. Y vió como Fidel no podía recordar como se llama la prolongación lateral de la cubierta o camisa de un libro, que se dobla hacia adentro y en la que se imprimen algunas advertencias o anuncios. Y el periodista actuaba como si tampoco lo supiera. "Solapa, Fidel, solapa. Se llama solapa", pensaba con fuerza Pedrito. Ese mismo día Pedrito le dijo a su abuelo: "abuelo, abuelo, he visto a Fidel. Creo que está enfermo. No se acuerda de las palabras. Hasta yo sé lo que es una solapa de un libro". El abuelo no dijo nada. Pasó la mano por la cabeza de Pedrito dos o tres veces. Y lo besó. Llamó por teléfono y salió de la casa. Desde entonces, Pedrito no ha visto más a Fidel en televisión. Ni Raúl ha vuelto por su casa.

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