miércoles, 25 de junio de 2008

La india


Pedrito está nervioso. Pronto virará su novia. Pedrito la ha extrañado. Incluso en sus paseos vespertinos no miraba a quien tenía delante, ni a quien venía de frente. No ha seguido a nadie desde que siguió a su novia. De alguna manera se siente como un cazador. Un cazador satisfecho. Y un cazador cazado. Cazado por la realidad de los sueños. Por la sonrisa de los ojos de su novia. Por sus párpados. Que importancia tienen esos párpados!!!!. Son el termómetro de su vida.

Pedrito paseaba pensando en las manos de su novia. Manos de curandera. Manos frías cuando sus párpados no están jovenes y se apagan. Manos calientes cuando los párpados son mestizos, indios, criollos.

Pedrito está nervioso. Está viendo una foto de su novia en el aeropuerto. Es la primera vez que ha ido a esperar a alguien,-algo tan común en Cuba-, la primera vez, y quisiera que fuese la última. Quisiera viajar con ella. Pero volver a Cuba. Siempre Cuba. Pedrito ha elegido ya. No quiere vivir lejos de su tierra. Quiere viajar, sí. Viajar para ver, conocer, vivir otras culturas. Ahora es imposible materialmente. Pero Pedrito ha elegido. Quizá la espera sea inproductiva y no viaje nunca. Pero no quiere destierro y añorar Cuba día tras día. No quiere progresar económicamente lejos de su familia con tristeza, desarraigado, sin raices en la tierra, vulnerable. Lo único que le haría soportar tanta desdicha, piensa Pedrito, es la compañía de su novia. Y crear una familia. Pero y Cuba. Sus noches. Su risa, su risa. Dios, no!!!!. No podría vivir sin su risa. Pedrito es de Cuba. Y vivirá en Cuba, es su elección. Con necesidad, como siempre. Pero sonriendo.

Pedrito está nervioso.

martes, 17 de junio de 2008

La barquita


Pedrito ya tiene una novia. Se ven casi todos los días. El la recogía cuando ella sale, cada dos días, del trabajo. Trabaja para el estado. Eso es casi general en Cuba. Pedrito es maestro. Como su padre. De los pocos que trabajan actualmente con vocación. Ahora Pedrito no puede recoger a su novia. Ella está en el extranjero haciendo un curso de perfeccionamiento. A Pedrito le gusta casi todo de su novia. Hasta lo que no le gusta, le gusta a Pedrito. Le gusta su nombre. Le gusta donde vive, en Centro Habana, donde la vida tiene un pulso y un ritmo diferente. Le gusta su familia. Pero sobre todo le gusta ella. Le gusta amarla. Y volver a amarla. Y cuando besa a su novia, siente gusto. Y se arrebata.
Acaba de hablar por telefóno con ella y le ha escrito un correo:
"tengo que decir que quede tan excitada de hablar contigo, que hice el amor contigo maravillosamente exquisito.Lo sentiste ¿Te gustó?Cuando terminé, mordia suavemente una frutabomba, imaginé que eran tus labios,los saboreaba con deseos de loba,si no viro pronto creo que me volveré loca,la verdad que estoy enamorada de cada pedacito tuyo.Te recuerdo que no somos perfectos,pero que magia me envuelve que me hace vivir entre el delirio y la locura.Recordé cada instante,en la azotea ,en la casa,y te dije:esta vez no te me escapas en el morro.No es sólo sexo,eso ya lo conocí y no me excitaba de esta manera.Se que hay una fuerza mayor que nos une."

Ahora la ausencia de su amada le produce ahogo ahí dentro. Y siente que el amor ahoga. En Cuba, que es el país que conoce Pedrito los hombres no suelen ser fieles antes las ausencias. Ni muchas veces ante las presencias. Las mujeres tampoco, imagina Pedrito. El quiere ser fiel. Y demostrarse que la ausencia también es amor. El sabe que cada persona tiene un pasado y que en La Habana nadie es un santo.

Pedrito suele pasear por el Malecón. Y a veces va a El Morro y siente que es un marinero en tierra estando viendo la mar. Pedrito lee a Rafael Alberti. El sabe que su hija Aitiana vive en La Habana.


VEN
Ven, mi amor, en la tarde de Anieney

siéntate conmigo a ver el viento.

Aunque no estés, mi solo pensamiento

es ver contigo el viento que va y viene.


Tú no te vas, porque mi amor te tiene.

Yo no me iré, pues junto a ti me siento

más vida de mi sangre, más tu aliento,

más luz del corazón que me sostiene.


Tú no te irás, mi amor, aunque lo quieras.

Tú no te irás, mi amor, y si te fueras,

aún yéndote, mi amor, jamás te irías.


Es tuya mi canción, en ella estoy.

Y en ese viento que va y viene voy,

y en ese viento siempre me verías.


Es sólo una semana de ausencia. De ausencia y de amor hacia adentro. Todo lo que siente Pedrito está sembrándose para que la mujer a la que ama lo recoja.

miércoles, 11 de junio de 2008

La azotea




El padre de Pedrito tiene un amigo que era en Cuba maestro. Se llama Julio, como el militar. Julio se fue hace tres años de Cuba. Está en España. Se fue solo. Estaba divorciado, sin hijos. Tenía una amiga estaba casada con un español. El español le puso un contrato de trabajo en España a cambio de 2.000 dolares . Julio estuvo ganando al principio para el gallego. El padre de Pedrito y Julio nunca perdieron la correspondencia y sabían uno del otro. Julio había venido a Cuba por unos días. Estaba en La Habana y había invitado al padre de Pedrito a tomar en el hotel donde se alojaba. En La Habana Vieja. En Plaza de Armas. Pedrito no había entrado nunca en el hotel Santa Isabel. Fue con su padre, que preguntó a la muchacha de carpetería, Beatriz, por Julio. Al poco tiempo, menos de un minuto, vieron acercarse a Julio, que fue interceptado por el custodio. Julio le dio un billete. El padre de Pedrito resopló antes de abrazar a Julio. Pedrito era un hombre ya y estrechó la mano de Julio que les invitó entrar al bar. Había una muchacha cantando boleros. Cantaba muy bien. Y era muy guapa. Trigueña. Ojos oscuros. Muy bella. Julio pidió cerveza, al igual que su padre y Pedrito. El padre de Pedrito le deijo a Julio que estaba indignado. Que por qué había pagado al custodio, que ellos podían entrar al hotel. No te dejes meter el pie!!! Julio, coño, compadre!!!! La muchacha que cantaba los boleros se acercó a la mesa, a Pedrito y le dijo: Quiere usted alguna canción en especial. "Esta tarde vi llover", respondió Pedrito.

miércoles, 4 de junio de 2008

Agricultura ´barroca


F.- Quieres casarte conmigo?


S.- No lo sé. Quizás...


F.- No lo sabes?


S.- No. No lo sé.


F.- Por qué?


S.- Si me caso contigo. Puede que haya días que no quiera verte y no estar contigo. Aunque te quiera y ame. Y casarme significaría obligación. Y no entiendo de obligación, sí de voluntad.


F.- No has pensado que podemos tener hijos?


S.- Sí. Lo he pensado.


F.- Y no te gusta la idea?


S.- No lo sé.


F.- No sabes nada?


S.- Sí, sé que los niños, incluso tú, os convertireis en espías involuntarios, en testigos de mi vida, de mis horarios, de mis olores, de mis costumbres. Y desconozco si tengo voluntad de aceptarlo.


F.- Tú no espías, no eres testigo de nadie? S.- Sí, supongo que sí. Todas las mañanas observo a una mujer con un perrito pasear en el parque de enfrente y a un señor desayunar en el banco que está cerca del quisco de prensa de la esquina.


F.- Y no me espías a mí?


S.- A ti te amo._________________