viernes, 16 de mayo de 2008

El aguacero


Pedrito vive frente al malecón. Desde su balcón enfrenta al mar. Cuando llueve, Pedrito baja a la calle. Así se siente libre. Si hace viento mejor. Hubo un tiempo que cuando llovía mucho, mucho, y el viento rugía, Pedrito se montaba en una guagua como si no supiera, ni quisiera saber hacia donde iba. Pedrito se concentraba y se sentía fuerte y mágico. Pensaba y creía que lo que él pensaba era exclusivo. Un día de esos, Pedrito vio a una niña casi de su edad bailar bajo el aguacero. Sola. Transmitía tanta felicidad y armonía.. Pedrito bajó de la guagua. Y se quedó parado, a unos metros de ella, observándola absorto, atónito, pasmado. Admirado y totalmente contemplativo, como quien ve una obra de arte. Para Pedrito era eso. Una fascinante obra de arte. La niña tenía rasgos indios, trigeña. Vestía totalmente de blanco. Se acercó a Pedrito y le cogió de las manos y haló de él. Dando vueltas, haciendo un corro entre los dos. Pedrito sentía la energía. Ninguno de los dos hablaban. Sólo daban vueltas sobre si mismos, unidos por las manos.

Cada vez que llueve , Pedrito se acuerda de esa niña. No la ha vuelto a ver.

2 comentarios:

Ivis dijo...

¡Ya sé quién es Pedrito! Me gusta tu estilo lúdico. Escribes para tí y eso se nota.
Un saludo y un guiño.
I.

Ziryab dijo...

ivis, me alegra que conozcas a Pedrito.
Me gusta tu guiño.
Te saludo.