martes, 8 de julio de 2008

El cura negro


Pedrito y su novia han ido a la playa. El padre de su novia tiene un side-car. Se llama Jesús. Y por la mañana fue a Guanabo para buscar una casa. No hay muchas, ha habido ciclón hace poco y las están adecuando un poco. Ha encontrado una pequeña. Una cama, una mecedora y una cocinita. Una cortina que se descorre y hay una taza y una ducha en poco más de un metro cuadrado. Les gusta. Está a tiro de playa. En la misma playa. La dueña es una mujer que parece salida del pasado. Rasgos indios y gitanos mezclados. Unas manos misteriosas. Antes de hablar, a Pedrito le parecía que esa mujer no podría hablar el mismo idioma, que utilizaría una lengua arcaica, vernácula de los taínos. Sin embargo habla cubano. Cubano. Pedrito se queda absorto, sin habla, como si de una aparición se tratase. La mujer dice que ella lo tiene todo oficial y que deben registrarse. Y que ellos son cubanos, Pedrito y su novia. Pedrito logra vencer su silencio, tartamudeando al principio, y le propone a la mujer redactar un documento en el que se hace responsable. Pero no puede ser, le espeta la mujer. No puede ser que usted me alquile por que soy cubano? M'ijo no me intentes convencer de lo que llevo viendo años. No puede ser. Hay alguna casas que alquilen por detrás? La iglesia está cerca de aquí? La iglesia? Sí está cerca. Ustedes son ccatólicos? Sí, lo somos. Nos gustaría mañana ir. Si nos quedamos en Guanabo, claro. Pero bueno, ustedes son mis sobrinos, entren entren a la casa. Pedrito y su novia se acomodaron y después fueron a bañarse al mar. Y allí se tocaron y se besaron. Se amaron como si fuese el último día de sus vidas. Pedrito hizo el almuerzo en la diminuta cocina que estaba en el mismo dormitorio. Y sorprendió de nuevo a su novia, quien no se cansaba de mirarlo y acariciarlo. Y le recitó un poema. Y le cantó una nana. Pedrito estaba seguro que donde había viajado mientras le acariciaba y besaba su novia, mientras le cantaba la nana no había estado antes. Pedrito estaba pleno. Lleno de amor. Se sentía inocente e inmaculado.

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